Primavera cannábica
Una de las mejores películas sobre la prohibición del alcohol (la ley seca) en los Estados Unidos de los años treinta del siglo pasado, es Los intocables (1987) de Brian de Palma. En la película, el incorruptible agente federal Eliot Ness debe enfrentarse no solo a Al Capone y a la mafia de Chicago sino a la corrupción de la policía y de las autoridades políticas y judiciales con el objetivo de hacer cumplir la ley que prohibía en todo el territorio estadounidense la fabricación, comercio y consumo de bebidas que contuvieran alcohol. Ness no bebía un trago porque “si queremos que la ley se cumpla debemos dar ejemplo” dice en algún momento. Al final de la película un periodista le informa a Ness que “Dicen que van a retirar la prohibición. ¿Qué hará usted entonces?” A lo que el agente responde: “Iré a tomar un trago”.
Me acordé de esta escena el otro día leyendo en la prensa uruguaya una noticia sobre el cultivo de marihuana y los clubes cannábicos en ese país. Uno de los miembros del que hoy es un club de membresía perfectamente legal, gracias a la ley que regula la marihuana, estuvo hace unos años preso por cultivar varias plantas. Qué alivio debe ser para él y para tantos otros uruguayos poder fumarse ahora tranquilamente sus porros sin tener que ponerse en contacto con la delincuencia ni correr el riesgo de ser tratado él mismo como delincuente. Es decir, poder fumar dentro de la legalidad, dentro de la normalidad.
Este privilegio existe por el momento en pocas partes del mundo, además del Uruguay, en los estados de Colorado y Washington en los Estados Unidos. Pero si nos ponemos a observar lo que está pasando en términos de liberación del cannabis otros países, todo parece indicar que la situación está cambiando también en otras partes, y hoy nos encontramos en una especie de primavera cannábica.
El movimiento “Marcha mundial de la marihuana” que mueve a gente que pide por políticas de drogas más justas y acordes con la realidad se ha ido extendiendo por todos los continentes, particularmente por las ciudades de las Américas. En las grandes ciudades latinoamericanas se vienen realizando desde hace años masivas marchas pro-cannábicas, y observando lo sucedido hace unos días en Argentina, es evidente que estas marchas son cada vez más populares y más numerosas. [Lista de países y ciudades en donde se celebra la marcha]
Más de 19 ciudades argentinas marcharon el pasado 3 de mayo para pedir una regulación del cannabis en el país y para protestar por el encarcelamiento a los cultivadores de cannabis. Un evento de esta magnitud habría sido impensable solo unos años atrás. Hoy no nos sorprende, es parte de la amplia corriente que se desarrolla en todo el continente. Los argentinos parecen estarse diciendo, si los vecinos orientales uruguayos lo pudieron lograr, ¿por qué no nosotros?
También en el marco de la marcha mundial la ciudad de Lima se manifestó hace unos días con una pacífica y lúdica protesta de gente exigiendo un cambio. (fotos de la marcha de Lima en este enlace). Ha habido marchas en el DF en México, en Santiago y muchas ciudades más de Chile, en Medellín, en Madrid, etc., etc.
Las primaveras suelen ser contagiosas e imparables. Los clubes de cannabis en España son otro buen ejemplo de propagación de ideas y modos para una utilización regulada de la sustancia. En Donostia (País Vasco) acaba de conocerse que la ciudad regulará los clubes sociales de cannabis en todo el estado, lo que no solamente dará legitimidad a estos establecimientos sino servirá para ponerles orden a los diferentes clubes que hoy se encuentran ubicados en distintos barrios de la ciudad.
Como dice el investigador sobre temas de adicciones, Philippe Lucas, en un análisis sobre el potencial de la marihuana como vía de escape de otras drogas más perjudiciales, “La marihuana no es completamente inofensiva, ni lo cura todo. Pero ahora que las encuestas muestran un creciente apoyo a la reforma de las políticas sobre la marihuana, es justo afirmar que la mayoría de las personas no cree más que la legalización de la marihuana lleve al fin del mundo”.
Amira Armenta, Transnational Institute
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