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¿La salud pública para quién? Pandemia y uso de drogas en Colombia
Por Catalina Gil Pinzón para La Silla Vacía
“¿Qué adicción es más grande? ¿Cuál causa más daño? Y aun así juzgamos al adicto a las drogas, porque vemos que esas personas son como nosotros y eso no nos gusta. Entonces decimos: tú eres diferente a nosotros. Tú eres peor que nosotros”.
Este es un fragmento de la charla TED dada por Gabor Maté, médico y escritor canadiense experto en adicciones, quien reflexiona sobre aquellas conductas compulsivas que socialmente son consideradas despreciables, como el uso de drogas ilícitas, mientras otras conductas compulsivas dañinas como ser un “workaholic” o las compras, terminan siendo socialmente aceptadas. En sus textos Maté nos recuerda que aquellas personas que queremos ver como de otro mundo no son muy diferentes a nosotros, y que son el espejo donde podemos contemplar nuestras sombras y miedos. Esta reflexión y comparación subraya el moralismo que alimenta la manera como la sociedad reacciona al uso problemático de drogas.
En Colombia, por ejemplo, la narrativa usada por la gran mayoría de líderes políticos y medios de comunicación respecto al consumo de drogas ilícitas ha sido muy efectiva para crear miedo, rechazo, tabú y, por ende, desconocimiento. No solo en la ciudadanía sino también en el personal profesional de salud e instituciones que lideran estrategias y programas de política de drogas. Decimos “drogas ilegales” buscando precisar que no todas las drogas –sustancias psicoactivas– ni son ilegales, ni reciben el mismo tipo de aversión: cafeína, alcohol, nicotina, medicamentos psiquiátricos, son algunos ejemplos de drogas legales con menos rechazo social.
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