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LANPUD: Manifiesto feminista antirracista antiprohibicionista
¿Quiénes somos?
Mujeres y disidencias usuarias de drogas, somos quienes vivimos y experimentamos los impactos de las políticas prohibicionistas, patriarcales y racistas en nuestros territorios, comunidades y cuerpxs.
Somos mujeres y disidencias, lesbianas, bisexuales, mujeres trans, mujeres afro, mestizas, feministas antiprohibicionistas de Brasil, México, Ecuador, Chile, Paraguay, Argentina, Colombia, Puerto Rico, Costa Rica, Perú, Honduras y Guatemala. Somos activistas que investigamos, artivamos, militamos y trabajamos en distintas áreas como: feminismos, abolicionismo carcelario, militancia cannábica, regulación social y legalización de las drogas, antiprohibicionismo, reducción de riesgos y daños, derechos de personas que usamos de drogas, derechos sexuales y reproductivos, y derechos de personas con VIH. Nos reunimos en la ciudad de Olinda, Pernambuco entre el 25 y el 28 de noviembre de 2022.
En nuestra trayectoria por el activismo cannábico y otras luchas sociales, notamos que la mayoría de movimientos se encuentran regidos y dominados por hombres cis, blancos y de clases altas, a pesar, de que quienes vivimos las mayores consecuencias y violencias de las políticas prohibicionistas y racistas somos las mujeres y disidencias, personas negras y originarias, también personas empobrecidas sistématicamente y en situación de calle. De aquí surge la necesidad de identificarnos como movimiento feminista antiprohibicionista.
Identificamos la necesidad de crear espacios de, por y para mujeres y disidencias usuarixs de drogas que permitan la articulación y organización en nuestros territorios, así como abrir un espacio para alzar nuestras voces y denunciar las violencias y traumas a los que somos expuestxs debido a las consecuencias de la guerra contra las drogas.
Buscamos fortalecer nuestra agenda feminista antiprohibicionista en LANPUD, trayendo al centro del debate los impactos diferenciados por los que atravesamos determinados grupos, cuerpxs, identidades y territorios que derivan del entrecruzamiento y la continuidad de los sistemas de opresión prohibiocionista, patriarcal y racista, como es el caso de las mujeres, poblaciones periféricas racializadas, disidencias sexuales y pueblos originarios.
¿Qué deconstruimos?
Anticolonialismo
El colonialismo es una estructura fuertemente instaurada en nuestros territorios, es aprendida dentro de nuestros hogares y comunidades, nos hace absorber y gustar de una cultura que no es nuestra, lo que constituye la muerte lenta de nuestra propia historia. Los pueblos originarios mantuvieron una fuerte relación con la naturaleza y animales, sin embargo, esto ha sido remplazado por una cultura eurocéntrica instaurada a través de la opresión, violencia y genocidio de los pueblos originarios. La naturaleza no es reconocida como un ente con derechos como lo es conocida por los pueblos originarios de Abya Yala. El colonialismo viene con el proyecto de apropiarse y silenciar la cultura, identidad y memoria. A pesar de esto, los pueblos afrobrasileños, caribeños e indígenas de toda Abya Yala han mantenido históricamente una resistencia y lucha por su supervivencia, una resistencia que se mantiene hasta el día de hoy en su cultura ancestral, sagrada y milenaria desde la resistencia de los quilombos y palenques hasta la lucha por proteger territorios sagrados de la explotación continua y desalmada del capitalismo extractivista y racista.
Esta estructura colonial y racista es defendida desde el Estado y su mano armada conformada por la policía y el ejército, corporaciones que constituyen una fuerza que persigue y controla en función de su proyecto institucional racista. El Estado crea y sostiene estas políticas públicas de control racistas. Nuestra lucha no es ni debe ser solamente con el racismo interiorizado en nuestros hogares y nuestras familias, nuestra lucha es y debe ser contra el Estado también, que viola los derechos de los pueblos tradicionales que mantienen una lucha continua por la supervivencia de su cultura, hábitos y tradiciones, muchas veces vinculadas al uso de plantas y elementos sagrados que se volvieron prohibidos por intereses capitalistas y de persecución racista.
El colonialismo también se expresa a través de un control moralista de lxs cuerpxs con base en los roles de género, negando a corporalidades no normativas y a las mujeres, el derecho al placer, la cura y la libertad. El colonialismo se manifiesta impidiendo que las mujeres accedamos a nuestra ancestralidad y sanemos con sustancias naturales, como la cannabis y la coca, plantas que curan las molestias físicas, emocionales y espirituales, garantizando así la posibilidad de autodeterminación sobre nuestrxs cuerpxs. El colonialismo nos roba el vínculo con nuestra historia, con nuestrxs pares y con nuestra esencia, ya que promueve continuamente intentos de borrar las culturas tradicionales.
Políticas de drogas
La actual política de drogas en Latinoamérica tiene un origen enraizado en estas prácticas racistas y colonialistas. Las políticas de drogas han evolucionado desde la persecución de las culturas afro-descendientes y pueblos originarios hacia una política de control estructuralmente racista, entonces no solamente es una cuestión de salud sino también de cultura y comunidad.
La guerra contra las drogas se defiende tras un discurso moralista, sin embargo, somos las personas afro, indígenas, mujeres y disidencias, personas trans, personas con VIH y comunidades vulnerabilizadas las que seguimos siendo asesinadas, perseguidas, desaparecidas, encarceladas y criminalizadas por cuestiones relacionadas a la política de drogas. Las políticas de drogas, además de violentas, impiden que sea promovida una educación honesta sobre el uso de drogas, sus efectos, riesgos y daños, de manera que la mayor parte del material vinculado a las drogas está centrado en el miedo, la moral, el castigo y el sensacionalismo. El prohibicionismo y la guerra contra las drogas genera desinformación, muerte, violencia, preconceptos y otras consecuencias más perjudiciales que el uso de sustancias por sí mismo.
El derecho a decidir: Salud, Derechos sexuales y reproductivos
Defendemos el reconocimiento de las maternidades diversas y elegidas, el derecho a la maternidad de las mujeres y disidencias trans, lesbianas y bisexuales usuaries de drogas, mujeres y disidencias con VIH, mujeres y disidencias en situación de calle, mujeres y disidencias adultas mayores. Las actuales políticas de salud y los servicios de salud en Latinoamérica son atravesados por la transfobia y discursos moralistas que suponen una barrera para el acceso a la salud sexual y reproductiva de las mujeres y las diversidades. El preconcepto en torno al uso de drogas hace que muchas mujeres y disidencias dejen de buscar acogida y entendimiento en los servicios de salud, para evitar ser violentadas física y psicológicamente, dejando su salud y la de sus hijes aún más vulnerabilizada, sumando a las consecuencias de la moral y de las políticas públicas prohibicionistas y punitivas.
El sistema coloca una perspectiva cis heteronormativa en todo su proceso, por esto precisamos que el movimiento social sea un espacio seguro para todas y todes. Reconocemos que el uso de drogas es interseccional y a traviesa a muchas poblaciones, y no puede ser un impedimento para el ejercicio de la maternidad de ninguna mujer y disidencias.
Qué denunciamos
Sobredosis
Denunciamos la violencia ejercida por las instituciones médicas así como la discriminación a las personas que usamos drogas, las cuales se manifiestan en la negación de atención médica y el subregistro de casos de muerte por sobredosis que son registrados como suicidios. Los profesionales de la salud trabajan desde el estigma y el discurso moralista hacia el uso de drogas.
Violencia obstétrica
Denunciamos la violencia obstétrica ejercida en contra de las mujeres negras, indígenas y empobrecidas, quienes tienen un acceso más difícil al uso de anestésico, a la humanización de sus partos y al contacto con le recién nacido. Denunciamos también la violencia ejercida a las mujeres y disidencias usuarias de drogas a quienes el Estado les roba a sus hijes bajo el alegato de incapacidad de cuidado, dejándoles aún más vulnerables. Entendemos que la maternidad puede ser un agente facilitador para la organización de la vida de estas mujeres y que necesitan apoyo para acoger y cuidar a sus propios hijos, sin perder el derecho a vivir con ellxs.
Narcofeminicidios
Denunciamos la desaparición forzada, persecución y femicidios en torno al uso de drogas que opera dentro del sistema prohibicionista y la guerra contra las personas que usamos drogas.
La gran mayoría de las mujeres privadas de la libertad en la región, así como poblaciones empobrecidas sistemáticamente, lo están por delitos no violentos relacionados al traslado, suministro y tenencia simple de drogas. Mientras las regulaciones actuales benefician solamente a la industria, las farmacéuticas y el crimen organizado, demostrando así que la cárcel y la justicia son un negocio redondo a costa de nuestras vidas y explotación.
Nos matan y nos desaparecen por ser libres, por defender nuestras vidas y territorios, por defender la dignidad.
Sistema de salud
Denunciamos la discriminación que sufrimos las personas que usamos drogas en los servicios de salud, la negación a la promoción de nuestra salud, a la atención médica y a servicios de prevención y atención primaria. Denunciamos la discriminación hacia las personas con VIH usuarias de drogas, a través de la negación de servicios y de medicamentos. Denunciamos el ideal de la abstinencia como única opción al tratamiento de las drogas y la falta de servicios públicos de reducción de riesgos y daños, la cual ha demostrado resultados como tecnología que respeta la individualidad, la autonomía y el protagonismo de la persona usuarix de drogas y del cuidado sobre su uso.
Denunciamos los abusos y violaciones a la integridad física y psicológica ejercida contra mujeres y disidencias dentro de instituciones de internamiento, muchas veces involuntario, para personas con usos problemáticos, proceso que se asemeja en su respuesta represiva y patologizante a los esfuerzos para corregir la orientación sexual y la identidad de género (ECOSIG), en donde las mujeres y las diversidades bajo tutela de organismos públicos médicos y de salud mental, somos víctimas de violaciones sexuales, tortura, abuso físico, abuso psicologíco y la negación a una atención médica propiamente supervisada por profesionales de la salud para garantizar un proceso de desintoxicación apropiado. ¡Exigimos la despatologización de nuestras identidades, cuerpxs, deseos y decisiones!
Prácticas de Estado
Denunciamos la persecución, desaparición forzada y asesinatos de mujeres y disidencias que trabajan en defensa de las mujeres y de sus territorios ancestrales, la creación de políticas públicas que criminalizan la diversidad y a aquellxs que luchan por defender territorios ancestrales de las políticas extractivistas a favor de intereses neoliberales y capitalistas de países del norte global y sus intereses económicos a costa de los recursos de nuestros territorios.
Denunciamos la intromisión de iglesias y líderes religiosos en asuntos de Estado en nuestra región, esta intromisión acentúa el discurso moralista en torno a las drogas y nuestras existencias diversas.
Denunciamos la criminalización y penalización de la tenencia para el consumo de drogas como un atentado a nuestro derecho humano al libre desarrollo de la personalidad y autonomía, configurándose como una herramienta del sistema prohibicionista y racista para la persecución y criminalización de mujeres y disidencias, racializadas, en situación de calle y otras condiciones de extrema vulnerabilidad.
Derechos sexuales y reproductivos
Defendemos la autonomía de los pueblos originarios y la necesidad de reconocer las prácticas ancestrales que actualmente son criminalizadas a través de políticas públicas coloniales que afectan directamente a nuestrxs compañerxs indígenas y sus saberes abortivos y de cuidado de la salud.
Las mujeres nos hemos organizado ancestralmente formado redes de apoyo para brindar y facilitar el derecho al aborto seguro. ¡Exigimos el derecho al aborto seguro y gratuito!
El Estado continua ejerciendo prácticas patriarcales y racistas a través de un control de los cuerpos de las mujeres basado en un discurso moralista y de superioridad blanca hetero-cis.
Feminismo antirracista y antiprohibicionista
El feminismo antirracista y antiprohibicionista surge como propuesta política emancipatoria para atender las demandas de las mujeres y disidencias usuarias de drogas organizadas en colectivos mayoritariamente conformados por hombres cis y de muchos espacios mal llamados feministas fragmentados y excluyentes con mujeres trans, mujeres trabajadoras sexuales y usuarias de drogas; surge de la necesidad de habilitar espacios en agrupaciones feministas que habiliten debates, discusiones y cuestionamientos acerca del trabajo sexual, la desigualdad social, el racismo y machismo, espacios que no reproduzcan machismo, lesbofobia, transfobia y racismo, que más bien sean acogedores y propositivos, para lo cual es indispensable que sean esas voces, cuerpxs e identidades quienes hablemos de nuestras realidades, en primera persona y sin caer en la estigmatización moralista sobre la otredad.
Precisamos construir herramientas de cuidados y protección para las personas usuarias de drogas, acompañar en maternidades, para lo cual es importante que las instituciones como la defensoría pública, la justicia y los servicios de salud estén capacitados para garantizar que esas personas sean acogidas sin discriminación ni violencia, y que tengan una atención de calidad garantizada.
En América Latiana y el Caribe se mantiene una política de control moral de las mujeres y disidencias en la que se nos limita nuestra libertad y nuestra presencia en todos los espacios porque esto representa un enfrentamiento al sistema. Para nosotras la lucha por la autonomía es esencial. El feminismo antiprohibicionista tiene trabajo y espacio para todo el mundo.
¡Vamos Juntas!