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México: El presupuesto público financia campañas estigmatizantes contra las drogas y el gasto en salud no crece
Las campañas contra el consumo de drogas del Gobierno de México, en las que se han invertido al menos 74 millones de pesos, evidencian el viraje de una administración que prometió acabar con el prohibicionismo. Las personas usuarias y la Conadic fueron relegadas. La salud, al margen del presupuesto.
Sobre un pedazo de mantel rojo reposan revueltas 281 ampolletas vacías de naloxona inyectable –medicamento que se usa para contrarrestar sobredosis–. En el montón también hay algunas jeringas, una pipa y un par de envases de Narcan, nombre comercial del medicamento en spray nasal.
Dos botas salpicadas de rojo, de tipo militar y con la imagen pintada de un cerdo sobre ellas, aplastan el montículo. La pieza se llama “Servir y proteger”. Está en un rincón de Tijuana, Baja California, al interior del espacio para prevenir sobredosis de la asociación Prevencasa, que se dedica a cuidar a usuarios de sustancias en situaciones vulnerables mediante el intercambio de jeringas, consultas médicas y diversas actividades preventivas.
De hecho, esa expresión artística nació este 2023 de la creatividad y percepción de personas usuarias de drogas. En ese lugar de muros fronterizos, contrastes y abandonos, así sintetizaron la atención del Gobierno de México al consumo: el castigo de unas botas que aplastan autoritariamente a sustancias y usuarios, pero no les cuidan. Las personas y sus derechos quedaron fuera de la escena, y de la narrativa.
“En el mundo de las drogas no hay final feliz”, “el fentanilo te puede enganchar desde la primera vez y comienzas a morir en cuanto lo pruebas”, “la muerte en un polvo que te deja bruja nomás al sentir caliente”, “el bisne de las drogas no te hará andar con todas, usar traje y corbata no te quita lo rata” son parte de los mensajes gubernamentales que pretenden inhibir el consumo, pese a que hace casi cinco años el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2024 prometía una política de paz, levantar la prohibición y reorientar recursos a la “desintoxicación”.