United Nations Office on Drugs and Crime - Flickr - CC BY 2.0
Crónica de un logro histórico de Colombia en la Comisión de Estupefacientes
La CND, al igual que las Conferencias de las Partes (COP), negocia resoluciones. Estos textos recogen los compromisos a los que las partes de un tratado están de acuerdo en comprometerse. En el caso de la CND, son resoluciones propuestas por uno o más países y, en esta sesión, por primera vez, Colombia lideraba una resolución. Y no era cualquiera: se trataba de pedir que se hiciera una revisión externa y exhaustiva a la implementación de los tratados de drogas. Básicamente, que la prohibición pase al tablero para examinar su efectividad real.
Colombia pedía eso sabiendo bien que, bajo sus propias métricas, el sistema de fiscalización ha sido un costoso fracaso: hoy hay más drogas, son más potentes y con el lucro de la ilegalidad se ha fortalecido al crimen organizado. En el nombre de acabar con las drogas se han hecho campañas de ejecuciones extrajudiciales tales como las de Filipinas, donde miles de personas fueron asesinadas a manos de escuadrones apoyados por el gobierno para “limpiar” a las ciudades de las drogas y las personas que las usan. De hecho, mientras transcurrían las sesiones de la CND, la Corte Penal Internacional anunció el arresto de Duterte, presidente de Filipinas, por crímenes de lesa humanidad en la guerra contra las drogas en su país.
El panel que pedía Colombia era un golpe a la estructura tradicional de la CND. Cada marzo se negocian en esos pasillos, a lo sumo, las maneras de mantener el status quo. Las resoluciones que se discuten año a año reiteran el compromiso a cumplir los tratados internacionales de drogas y esquivan, como sea posible, menciones a los derechos humanos y a los efectos negativos que el mismo sistema propicia a nivel global y nacional.
Además, estas resoluciones se adoptan por consenso, en el llamado “espíritu de Viena”, que nunca acudía a votación. Esta tradición era peligrosa: el consenso terminaba reduciendo cualquier avance al mínimo posible, entre posturas antagónicas y extremas sobre cómo dar respuesta a los retos que enfrentamos en la política de drogas. En este contexto, la sola presentación de la resolución por parte de Colombia era un sacudón a la estructura misma de la resolución, pero además auguraba un escenario inusual: una votación cuyo resultado era incierto.