Directrices de la OMS sobre el tratamiento  farmacológico del dolor  persistente en niños con  enfermedades médicas

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Directrices de la OMS sobre el tratamiento farmacológico del dolor persistente en niños con enfermedades médicas

7 noviembre 2014

El objetivo general de estas directrices es proporcionar recomendaciones basadas en evidencias acerca del tratamiento del dolor, tanto con analgésicos opioides como con analgésicos no opioides y medicamentos adyuvantes, con el fin de mejorar el tratamiento del dolor en niños, es decir, recién nacidos, lactantes y niños de hasta 10 años, con dolor persistente relacionado con enfermedades médicas. Asimismo, pueden aplicarse a adolescentes, dado que la mayoría de las evidencias encontradas y evaluadas proceden de estudios realizados en
poblaciones que incluyen a pacientes de 0 a 18 años.

Las directrices tratan específicamente del tratamiento farmacológico del dolor persistente en niños con enfermedades médicas, entendiéndose por «dolor persistente» todo dolor de larga duración, y por «enfermedades médicas» situaciones específicas en las que hay un daño tisular continuo que hace que el tratamiento farmacológico esté claramente indicado.

Los tipos de dolor incluidos son el dolor nociceptivo debido a la inflamación o a lesiones tisulares y el dolor neuropático por compresión o destrucción nerviosa ocasionada por enfermedades. Las afecciones tomadas en consideración son, entre otras, el dolor persistente causado por el cáncer y el tratamiento del cáncer, infecciones importantes (por ejemplo, el VIH/sida), la artritis y otras enfermedades reumáticas, la drepanocitosis, los traumatismos, las quemaduras , el dolor neuropático persistente tras la amputación, etc.

De estas directrices se excluyen el dolor por traumatismos agudos y el dolor perioperatorio o relacionado con otros procedimientos. Tampoco se aborda el dolor crónico complejo sin signos de destrucción tisular, como la fibromialgia, las cefaleas o el dolor abdominal recurrente, dado que el tratamiento de estas afecciones requiere un enfoque multimodal en el que se utilizan ampliamente tanto el tratamiento farmacológico como técnicas no farmacológicas. Las intervenciones no farmacológicas, como el tratamiento cognitivo-conductual, otras técnicas psicológicas o las intervenciones físicas son importantes, generalmente efectivas y forman parte de un plan terapéutico integrado del dolor. No obstante, el examen de estas técnicas y las recomendaciones al respecto se encuentran fuera del ámbito de las presentes directrices.

Además, los tratamientos específicos de algunas enfermedades, como el cáncer o la drepanocitosis, son un componente esencial de la atención, pero también se encuentran fuera del ámbito de las presentes directrices. Los destinatarios de las presentes directrices son los profesionales sanitarios en su sentido más amplio, es decir, desde los médicos clínicos, los clínicos de nivel medio, los enfermeros y los farmacéuticos hasta el personal que cuida de los niños. Asimismo, se destinan a los planificadores de políticas y a los gestores de la salud pública y de programas, que aunque no están directamente involucrados en la atención a los niños, desempeñan una función esencial para que el tratamiento rápido, eficaz y seguro del dolor esté disponible en los diversos niveles del sistema de salud. Los planificadores de políticas y los organismos de reglamentación son esenciales para facilitar el acceso legal a los analgésicos opioides para el tratamiento del dolor y garantizar su uso adecuado.

Estas directrices también constituyen la base para otras publicaciones de la OMS relacionadas con el tratamiento del dolor moderado a intenso en niños y destinadas a públicos más específicos, tales como los profesionales de los cuidados paliativos, los farmacéuticos o los planificadores de políticas y los directores de hospitales. Dichas publicaciones pueden consistir en tarjetas con tablas posológicas o pósteres dirigidos a los pacientes y sus cuidadores. Además, las recomendaciones de estas directrices se utilizarán para actualizar otros documentos de la OMS relacionados con orientaciones sobre la salud del niño.

Lo ideal sería proceder a la actualización de estas directrices en un plazo de cuatro a cinco años. No obstante, teniendo en cuenta los recursos considerables que se han invertido en la elaboración de las presentes directrices y la escasez de estudios sobre el dolor persistente en la población pediátrica, no será posible realizar una actualización importante si no se actúa sobre el programa de investigación anexo a las presentes directrices.

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