Descriminalización: Construyendo un futuro libre de castigo para las personas que usan drogas
Durante los últimos 60 años, los gobiernos han impulsado una “guerra contra las drogas” a nivel global que no ha logrado su objetivo declarado de alcanzar un “mundo libre de drogas”. Por el contrario, estas políticas solo han estimulado respuestas estatales altamente coercitivas que priorizan la vigilancia, el castigo y la criminalización, al tiempo que aumentan los daños.
Se estima que una quinta parte de la población carcelaria mundial se encuentra privada de libertad por motivos relacionados con las leyes de drogas, mientras que la aplicación de estas leyes genera millones de controles policiales y detenciones cada año.
Este enfoque punitivo resulta costoso y dañino; tanto para las personas criminalizadas, como para sus familias y comunidades.
La criminalización es un factor que impulsa la marginación, el trauma y la exposición a múltiples riesgos. Y afecta de manera desproporcionada a quienes ya enfrentan múltiples formas de opresión: privación económica, violencia patriarcal, racismo, capacitismo, serofobia, entre otras.
Además, la aplicación de las leyes de drogas suele ser instrumentalizada por los gobiernos como una herramienta de control social, encubriendo la represión contra personas disidentes o consideradas “indeseables” o “prescindibles”.
Las respuestas punitivas también desvían recursos que deberían destinarse a lo que nuestras comunidades realmente necesitan y merecen: acceso a una atención en salud adecuada, alimentación nutritiva, vivienda digna, medios de vida sostenibles y entornos de cuidado.
Este informe ofrece una visión general de las preguntas clave que deben considerar quienes abogan por la descriminalización de las drogas para movilizarse y exigir reformas.