Análisis del MDMA recreativo: una perspectiva europea

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Análisis del MDMA recreativo: una perspectiva europea

23 enero 2017
Oli Stevens

Esta traducción de la versión original, en inglés, fue hecha por Claudio Vidal (Energy Control) y publicada aquí.

Mientras los Estados Unidos experimentan una abrumadora crisis con los opiáceos; mientras los medios de comunicación de todo el mundo están inundados de noticias sobre asesinatos extrajudiciales de “delincuentes” relacionados con asuntos de drogas en Filipinas; mientras los jóvenes australianos sufren de sobredosis con las nuevas sustancias psicoactivas y los adolescentes de Reino Unido con el éxtasis, sólo puede haber una certeza: las drogas están aquí para quedarse. A pesar de que algunos países reafirman sus absurdos compromisos con un mundo libre de drogas, con más de cien mil millones de dólares gastados anualmente en la Guerra contra las Drogas, y un 20% de la población penitenciaria mundial encarcelada por delitos relacionados con las drogas, estas nunca han sido tan baratas o puras como lo son ahora.

Mientras los mercados regulados de drogas sigan siendo una quimera (excluyendo al cannabis) y la distribución transnacional de drogas una competencia del submundo criminal, el lucro seguirá imperando. Para maximizar el beneficio económico, las drogas son con frecuencia diluidas con adulterantes para convertir dos kilos en tres, o simplemente imitarlas con sustitutos más baratos y posiblemente perjudiciales. Mientras que algunos adulterantes no son tóxicos (cafeína en la cocaína), algunos lo son (PMA/PMMA en el éxtasis, fentanilo en la heroína). Consecuentemente, además de los potenciales daños intrínsecos conocidos de cualquier droga, las personas consumidoras se exponen a sí mismas a un conjunto de daños verdaderamente desconocidos.

Introduzcamos la reducción de daños: la concesión de que, dado que las drogas han estado indeleblemente entrelazadas en el tejido social, deberían existir medios para reducir sus consecuencias sanitarias, sociales y económicas adversas, independientemente de la reducción de su consumo. El análisis de sustancias es sólo una faceta de la reducción de daños que permite a las personas consumidoras arrojar algo de luz sobre los daños desconocidos y realizar una decisión informada, o como poco menos arbitraria, sobre si consumir o descartar la sustancia en cuestión. El análisis de sustancias puede dividirse de manera general en tres categorías: los kits de testado, el análisis in situ en clubes y festivales, y el envío de muestras a un laboratorio profesional. Para ser sucinto, este artículo se centrará en las pastillas de éxtasis (MDMA) en Europa.

Los kits de testado son viales con un reactivo químico que cambia de color ante la presencia de una sustancia. El método es bastante simple: se añade una gota del reactivo a una pequeña muestra de la sustancia (raspando un poco de la pastilla o unos miligramos de polvo). Luego, como en un experimento de química en el colegio, ocurre el cambio de color. Entonces, ¿eso es todo? ¿Problema resuelto? No exactamente. Para cualquier reactivo dado, ninguna sustancia única produce un color único. Más bien, el reactivo reacciona con una estructura particular dentro de la molécula. Estas estructuras con frecuencia son compartidas por varias sustancias, llevando a una amplia variedad de colores y reactividad y a un considerable solapamiento (en la práctica, los colores son aún más difíciles de discriminar). Para distinguir de manera fiable el MDMA de sus análogos e imitadores se requiere de tres test secuenciales, cada uno eliminando la incertidumbre del anterior, aunque aún puede fallar la identificación si hay una dosis muy baja u otros ingredientes altamente tóxicos. Intentar discriminar entre colores prácticamente idénticos, potencialmente la diferencia entre bailar hasta la mañana y el hospital, no puede ni debe hacerse en la esquina de un lavabo de la discoteca.

Contacté con el Dr. John Ramsey, director de TIC TAC, para conocer su opinión: “Los tests colorimétricos pueden dar un color bonito pero eso es todo: no proporcionan información sobre la cantidad y sí una información poco fiable sobre la composición… a lo sumo sólo pueden considerarse como indicativos”. La Dra. Mireia Ventura, coordinadora del Servicio de Análisis de Sustancias de Energy Control está de acuerdo: “Con la PMA/PMMA y la emergencia de las nuevas sustancias psicoactivas (“legal highs”) como adulterantes, los tests colorimétricos no son suficientes y un resultado positivo podría generar una falsa sensación de seguridad”. La falta total de información sobre la cantidad es de especial preocupación: en toda Europa las pastillas de éxtasis están experimentando un incremento tanto en su pureza como en la dosis. En el momento presente, las pastillas con elevadas concentraciones de MDMA, en lugar de adulterantes, parecen ser la causa de la mayoría de las hospitalizaciones.

Los mercados de drogas, sin embargo, son altamente específicos de cada región. La mayoría del MDMA que circula en el mundo está producido en Holanda y Bélgica, mientras que el suministro fuera de Europa es mucho más escaso. En consecuencia, en los Estados Unidos, tal y como Mitchell Gomez de DanceSafe me explicó, la cuestión es más de falsificación que de adulteración (por ejemplo, sustancias vendidas como MDMA en lugar de añadidas a ella) por lo que los tests colorimétricos aún son fiables. En 15 años de análisis en laboratorio, solamente se han documentado tres muestras con PMA/PMMA en los Estados Unidos.

Dado que los tests colorimétricos son de una utilidad limitada para el usuario europeo, se necesita un análisis más sofisticado para obtener resultados robustos, más fiables. Mientras que los tests colorimétricos se pueden conseguir libre y legalmente vía online, la creación de programas de análisis financiados, estructurados y visibles requieren de un trabajo legislativo delicado. Sin la seguridad de que los analizadores no serán arrestados entrando en sus instalaciones ni los consumidores por tenencia de drogas, los proyectos de análisis no pueden desarrollarse.

Varios países europeos han tenido políticas de drogas vanguardistas y centradas en la Salud Pública durante años, permitiendo la formación de programas de análisis con puntos de recogida o de acceso postal – En la actualidad bien establecidos y populares. Me puse en contacto con el Servicio de Información y Monitorización de Drogas (Drug Information and Monitoring Service, DIMS) de Holanda (establecido en 1992), con Energy Control (España, establecido en 1997) y SaferParty (Suiza, establecido en 2001) para lograr un mejor entendimiento del contexto alrededor del análisis. Rápidamente me di cuenta de que estaba haciendo preguntas algo primitivas desde la perspectiva de un ciudadano británico, procedente de un país que ha elegido aferrarse a una retórica retrógrada, cansada e inútil.

Al sondear sobre temas como las relaciones con la policía, el envío de drogas por correo y la inmunidad de las personas usuarias del servicio ante la persecución policial, las respuestas fueron claras y simples. El Dr. Tibor Brunt explicó que el DIMS “tiene un acuerdo especial con la Fiscalía para que no interfiera en nuestro trabajo”; el acuerdo se extiende a los paquetes registrados y sellados para permitir el movimiento de drogas ilegales por correo. Para Energy Control, la situación es aún más simple: las cantidades recibidas por correo son tan pequeñas que son consideradas para propósitos de investigación y no hay necesidad de cambios legislativos. Christian Kobel de SaferParty dice que aunque la legislación sobre el análisis de sustancias “no es completamente clara”, la reducción de daños es uno de los cuatro pilares de la ley suiza sobre drogas y los estados suizos tienen la obligación de proporcionar medidas de reducción de daños y de supervivencia”. La relación de SaferParty con la policía es muy clara: se reúnen para discutir las mejores prácticas, proporcionar estadísticas de las sustancias analizadas y discutir tendencias emergentes tales como la darkweb. En 15 años, no ha habido ninguna intervención policial en un servicio de análisis de sustancias, ya sea móvil o fijo.

En los países donde los servicios de análisis operan sin sanciones de los gobiernos regionales o centrales, los servicios in situ (por ejemplo, en festivales musicales o clubes) son más fáciles de poner en marcha, necesitando “sólo” del apoyo (o al menos de la tolerancia) de las fuerzas del orden locales. Estos servicios, sin llevar un laboratorio completo, utilizan dispositivos portátiles de análisis, con frecuencia en combinación con reactivos colorimétricos, para poder ofrecer los resultados más exactos. La profesora Fiona Measham, codirectora de The Loop, la organización que ha llevado a cabo los primeros análisis in situ de drogas en Reino Unido, me explicó que “el análisis opera con el apoyo total de la policía local y trabajamos juntos desde el inicio. La Policía quiere el análisis, no sólo lo tolera”.

Aunque los gobiernos nacionales son con frecuencia bestias lentas, en deuda con los votantes y cautelosos con el escándalo, la policía local es capaz de trabajar con iniciativas vanguardistas, llevando las políticas eficaces a la primera línea mucho más rápido que la política que va de arriba hacia abajo. Measham apunta que el Gobierno Británico no está abiertamente en contra del análisis ni de las fuerzas policiales locales que eligen “des-priorizar” la posesión de cannabis, sino que está “observando y esperando su evaluación”.

Mientras The Loop trabaja en estrecha cooperación con la ley, DanceSafe se beneficia de que la policía haga la vista gorda: “la policía tiene muy poco interés en arrestar a gente por posesión de pequeñas cantidades, y en todos los años que llevamos haciendo análisis ningún voluntario o usuario ha sido arrestado. En la mayoría de Estados [de EEUU] las agujas son ‘parafernalia’ y ponerse fuera de un servicio de intercambio de jeringuillas sería una manera sencilla de hacer arrestos, pero la policía entiende que sería contraproducente para sus objetivos”. Algo de consuelo puede encontrarse en una observación del profesor Michel Kazatchkine de la Comisión Mundial sobre Políticas de Drogas: “la despenalización y la regulación deben comenzar a nivel local, en las ciudades”. La reducción de daños, ahora central en muchas políticas nacionales sobre drogas, comenzó de esta manera y tal vez lo hará también así el análisis de sustancias.

Los números hablan por sí mismos: nadie en SaferParty puede recordar una muerte relacionada con el éxtasis, a pesar del amor de Zurich por las raves y el techno; en el primer festival de música de The Loop en Reino Unido, el 25% de sus usuarios descartó el consumo de las drogas analizadas; y la evidencia anecdótica de DanceSafe sugiere que las tasas de descarte del falso MDMA se acercan al 100%. El beneficio que se obtiene con los servicios de análisis va considerablemente más allá de la información ofrecida a un consumidor individual sobre una muestra individual. En Europa, la mayoría de las sustancias analizadas son pastillas de éxtasis que pueden distinguirse fácilmente por su color, forma y logotipos. Ante la detección de contaminantes tóxicos o de dosis particularmente altas, los sistemas de alerta temprana pueden emplearse para diseminar la información rápida y efectivamente.

Justo antes de la Navidad de 2014, el DIMS detectó cantidades letales de PMA en una pastilla y emitió una “alerta roja”. La alerta fue difundida por la televisión nacional, en pantallas en los clubes y a través de una aplicación móvil. Nadie murió. Pero no ocurrió lo mismo en Reino Unido. Las mismas pastillas mataron a cuatro personasdurante el periodo de vacaciones. Las mismas pastillas volvieron a aparecer en Octubre de 2016 y, dado que ya fueron reconocidas por el público consumidor, no hubo más fatalidades. Aunque existe un Sistema de Alerta Temprana a nivel de la Unión Europea que monitorea la emergencia de nuevas sustancias psicoactivas y elabora evaluaciones de riesgo de las mismas, el Sistema no puede, ni tampoco está pensado para eso, responder ante los altamente dinámicos mercados de drogas a nivel local. Como parte de una política de salud pública equilibrada en materia de drogas, los países deberían ofrecer sistemas de alerta temprana a nivel local para monitorear la variabilidad entre partidas de las drogas circulantes y cuya composición puede fluctuar de una semana a otra o de una ciudad a otra. El fracaso en proveer de tales sistemas ha sido, y continuará siendo, una decisión fatal.

Estos dispositivos también actúan como un punto de contacto entre las personas usuarias de drogas y los servicios de drogas, ofreciendo consultas y asesoramiento a personas con consumos problemáticos que con frecuencia no desean acudir a los servicios sanitarios, sociales o de reducción de daños tradicionales. A cambio del análisis de la sustancia, las personas usuarias de estos servicios deben completar un cuestionario anónimo. Además de los valiosos datos epidemiológicos que pueden incorporarse a y mejorar los Planes Nacionales de Acción sobre drogas, los servicios de análisis son percibidos como más dignos de confianza, menos juzgadores y más accesibles.

Mientras un número de locales alrededor del mundo amenazan con prohibiciones de por vida y mientras los festivales de música aumentan la seguridad y la presencia de perros policía, las personas asistentes que desean tomar drogas se enfrentan a un dilema: comprar drogas desconocidas dentro de estos espacios, consumir grandes e irresponsables cantidades en la cola, poniendo con ello en riesgo su salud, o tratar de entrar con las drogas arriesgándose a tener problemas con la ley. Para la Dra. Ventura, el futuro ideal sería una combinación de un servicio de análisis centralizado y otro in situ: “Con el análisis centralizado, estás ofreciendo un servicio real de prevención, proporcionando los resultados antes del consumo con lo que estás también promoviendo su planificación entre las personas consumidoras. Por otra parte, los análisis en los clubes podrían retirar de los mismos adulterantes tóxicos si comunicas de manera adecuada los resultados. Cuando lo hemos hecho, hemos visto como la sustancias sobre las que se alertó al principio del festival terminaban desapareciendo”.

El mercado ilegal de drogas está libre de cualquier control oficial de calidad, y las personas consumidoras están a merced de los vendedores. Esto crea un profundo caso de información asimétrica entre proveedores y consumidores, permitiendo la distribución de drogas con cualquier tipo de composición a compradores desorientados y desafortunados. El análisis de sustancias ofrece una forma de farmacovigilancia, aportando un método por el cual las personas usuarias de drogas pueden ejercer algo de control sobre un mercado enteramente no regulado. El proyecto TEDI (Trans European Drug Information) apunta que “los productores estarán menos inclinados a comerciar con sustancias adulteradas o peligrosas si saben que las personas consumidoras tienen una manera de analizar sus productos, y si aquellas sustancias que son peligrosas pueden ser identificadas gracias a campañas de alerta, los vendedores estarán más inclinados a retirar sus productos del mercado”. El análisis de sustancias, por tanto, actúa no sólo como una iniciativa individual de reducción de daños sino que también es capaz de dar forma a la propia composición del mercado mismo.

Lamentablemente, nada de esto es novedad. Jaap de Vlieger, especialista en drogas de la policía de Rotterdam, hablando sobre las pastillas adulteradas hace más de 20 años, en 1995: “La gente que hace estas cosas no va a arrojar un montón de valiosas pastillas al Canal. Las van a vender en países como Reino Unido donde la posibilidad de que sean rastreadas es pequeña, dado que la gente tiene miedo de acudir a las autoridades”.

Si los gobiernos rehuyen regular los mercados de drogas, quizá el análisis de sustancias pueda hacerlo.